Em diuen Carles Alòs i sóc un apàtrida. Aquest blog serà un viatge pels indrets més amagats de l'ànima, per les emocions més intenses i pel viure quotidià de cada dia. Agafen cadira i seguen, de la resta, jo m'encarregue,
Ara que estic al llit
malalt,
estic força content.
Demà m’aixecaré potser,
i heus aquí el que m’espera:
Unes places lluentes de claror,
i unes tanques amb flors
sota el sol,
sota la lluna al vespre;
i la noia que porta la llet
que té un capet lleuger
i duu un davantalet
amb unes vores fetes de puntes de coixí,
i una rialla fresca.
I encara aquell vailet que cridarà el diari,
i qui puja als tramvies
i els baixa
tot corrent.
I el carter
que si passa i no em deixa cap lletra m’angoixa
perquè no sé el secret
de les altres que porta.
I també l’aeroplà
que em fa aixecar el cap
el mateix que em cridés una veu d’un terrat.
I les dones del barri
matineres
qui travesseen de pressa en direcció al mercat
amb sengles cistells grocs,
i retornen
que sobreïxen les cols,
i a vegades la carn,
i d’un altre cireres vermelles.
I després l’adroguer,
que treu la torradora del cafè
i comença a rodar la maneta,
i qui crida les noies
i els hi diu: -Ja ho té tot?
I les noies somriuen
amb un somriure clar,
que és el baume que surt de l’esfera que ell volta.
I tota la quitxalla del veïnat
qui mourà tanta fressa perquè serà dijous
i no anirà a l’escola.
I els cavalls assenyats
i els carreters dormits
sota la vela en punxa
quje dansa en el seguit de les roderes.
I el vi que de tants dies no he begut.
I el pa,
posat a taula.
I l’escudella rossa,
fumejant.
I vosaltres amics,
perquè em vindreu a veure
i ens mirarem feliços.
Tot això bé m’espera
si m’aixeco
demà.
Si no em puc aixecar
mai més,
heus aquí el que m’espera:
Vosaltres restareu,
per veure el bo que és tot:
i la Vida
i la Mort.
Joan Salvat - Papasseit. L'irradiador del port les gavines. 1921
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
… Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos los mismos que las aman, a las cosas…
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!
¡Ooooh! ¡Aaaayyy! En la noche. Todas las noches.
Deseo, quiero tirar todo. Romper todo. Vamos. ¡Valor! Me
Inundan, me acosan los papeles: cartas, catálogos de
exposiciones, revistas, periódicos...Me invaden. Mi cuarto no
Es ya más que el breve espacio de mi cama. Dentro de ella me
Defiendo. Mi barricada. Mi trinchera. Pero me cercan.
Avanzan
Milímetro a milímetro. No puedo más. ¡Afuera! No quiero
Ver más libros, más cartas. ¡Dejadme! Voy a gritar. Y grito. La
noche. Me responden los gatos del tejado. Subid. No sabrían
ayudarme a romper todo. (...)
Oigo la radio, las radios. Desde antes del amanecer. Tengo
Seca la voz. ¿Qué dicen? Sólo se habla de la muerte. ¿Y la
Vida? Sólo de la muerte. Matar. De proyectos de matar. Hay
Que matar. No hay nadie que no quiera matar. Las ondas están
llenas de cuchillos, de disparos, lluvia de bombas, explosiones.
De muerte de más proyectos de muerte. ¡Ah! Llévame de la
mano, tú, mi pequeño Rafael Alberti. Allí abajo está el mar. La
playa, la arena, de cuando no habia cartas, ni periódicos, ni
radio, ni catálogos de exposiciones ni tanta muerte, tanta
velocidad para hablar sólo de la muerte.
Rafael Alberti. Canciones del alto valle del Aniene. 1967 -1971
El gesmil es va marcir
damunt la taula, tristament,
i no teníem res per substituir-lo.
Vàrem comprar un canari
per que ens alegrara les llargues vesprades.
Palpàvem el tedi de la tarda,
la quietud dels objectes.
Inventàvem paraules que suraren enlaire,
teníem el front suat
( la nuesa de les accions, la cadència )
La brisa no ens arribava,
el sol clavillava els vidres.
Vàrem seure a l'escaló,
per prescindir de la pietat
i alleugerir la culpa.
De vegades recorde les teues mans,
la meua sobre la teua,
els teus dits sobresortien.
Foren els dits que sobrevisqueren al temps,
al pas de la història.
la Imaginación nos sugiere lo que podría llegar a ser,
pero la Lengua es el campo de batalla
donde se gestan los grandes fracasos.
así el Deseo se vuelve raza oprimida
por la Incomunicación y el Tedio de tener que traducir
órdenes sin conocer la jerarquía de quien me gobierna.
la Soberanía, ya lo ven, está siendo puesta en entredicho,
pero es posible que de la Anarquía surja una Fe
( inquebrantable
en aquello que me salva.
el Caos abre su Ojo al Mundo.
sé que, si el Instinto falla,
la Razón no me hará sobrevivir.
Vicente Aleixandre, Luís Cernuda, Federico García Lorca.
Así como en la roca nunca vemos
La clara flor abrirse,
Entre un pueblo hosco y duro
No brilla hermosamente
El fresco y alto ornato de la vida.
Por esto te mataron, porque eras
Verdor en nuestra tierra árida
Y azul en nuestro oscuro aire.
Leve es la parte de la vida
Que como dioses rescatan los poetas.
El odio y destrucción perduran siempre
Sordamente en la entraña
Toda hiel sempiterna del español terrible,
Que acecha lo cimero
Con su piedra en la mano.
Triste sino nacer
Con algún don ilustre
Aquí, donde los hombres
En su miseria sólo saben
El insulto, la mofa, el recelo profundo
Ante aquel que ilumina las palabras opacas
Por el oculto fuego originario.
La sal de nuestro mundo eras,
Vivo estabas como un rayo de sol,
Y ya es tan sólo tu recuerdo
Quien yerra y pasa, acariciando
El muro de los cuerpos
Con el dejo de las adormideras
Que nuestros predecesores ingirieron
A orillas del olvido.
Si tu ángel acude a la memoria,
Sombras son estos hombres
Que aún palpitan tras las malezas de la tierra;
La muerte se diría
Más viva que la vida
Porque tú estás con ella,
Pasado el arco de tu vasto imperio,
Poblándola de pájaros y hojas
Con tu gracia y tu juventud incomparables.
Aquí la primavera luce ahora.
Mira los radiantes mancebos
Que vivo tanto amaste
Efímeros pasar junto al fulgor del mar.
Desnudos cuerpos bellos que se llevan
Tras de sí los deseos
Con su exquisita forma, y sólo encierran
Amargo zumo, que no alberga su espíritu
Un destello de amor ni de alto pensamiento.
Igual todo prosigue,
Como entonces, tan mágico,
Que parece imposible
La sombra en que has caído.
Mas un inmenso afán oculto advierte
Que su ignoto aguijón tan sólo puede
Aplacarse en nosotros con la muerte,
Como el afán del agua,
A quien no basta esculpirse en las olas,
Sino perderse anónima
En los limbos del mar.
Pero antes no sabías
La realidad más honda de este mundo:
El odio, el triste odio de los hombres,
Que en ti señalar quiso
Por el acero horrible su victoria,
Con tu angustia postrera
Bajo la luz tranquila de Granada,
Distante entre cipreses y laureles,
Y entre tus propias gentes
Y por las mismas manos
Que un día servilmente te halagaran.
Para el poeta la muerte es la victoria;
Un viento demoníaco le impulsa por la vida,
Y si una fuerza ciega
Sin comprensión de amor
Transforma por un crimen
A ti, cantor, en héroe,
Contempla en cambio, hermano,
Cómo entre la tristeza y el desdén
Un poder más magnánimo permite a tus amigos
En un rincón pudrirse libremente.
Tenga tu sombra paz,
Busque otros valles,
Un río donde del viento
Se lleve los sonidos entre juncos
Y lirios y el encanto
Tan viejo de las aguas elocuentes,
En donde el eco como la gloria humana ruede,
Como ella de remoto,
Ajeno como ella y tan estéril.
Halle tu gran afán enajenado
El puro amor de un dios adolescente
Entre el verdor de las rosas eternas;
Porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra,
Tras de tanto dolor y dejamiento,
Con su propia grandeza nos advierte
De alguna mente creadora inmensa,
Que concibe al poeta cual lengua de su gloria
Y luego le consuela a través de la muerte.
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
El honor de vivir con honor gloriosamente,
El patriotismo hacia la patria sin nombre,
El sacrificio, el deber de labios amarillos,
No valen un hierro devorando
Poco a poco algún cuerpo triste a causa de ellos mismos.
Abajo pues la virtud, el orden, la miseria;
Abajo todo, todo, excepto la derrota,
Derrota hasta los dientes, hasta ese espacio helado
De una cabeza abierta en dos a través de soledades,
Sabiendo nada más que vivir es estar a solas con la muerte.
Ni siquiera esperar ese pájaro con brazos de mujer,
Con voz de hombre, oscurecida deliciosamente,
Porque un pájaro, aunque sea enamorado,
No merece aguardarle, como cualquier monarca
Aguarda que las torres maduren hasta frutos podridos.
Gritemos sólo,
Gritemos a un ala enteramente,
Para hundir tantos cielos,
Tocando entonces soledades con mano disecada.
M'he fet a la tenor de la foscúria.
Ací l'esclat no cou, no llagrimege
de tant de caire fer, llum esmolada:
orbat al món, m'atenc a l'harmonia.
I encara que no hi veig, les coses sonen
tan pures, tan perfectes, tan origen,
tan d'altre to, tan vera compostura,
que és prou l'escoltament per a citar-les:
violoncel, celeste, címbals, cèmbals,
timbal, saltiri, sacabrutx, violes
d'amor, de gamba, corn anglès i trompa.
Faig nou el nom d'ací de cada cosa.
Ací descansa cor de plant i joia.
Abast ací, d'oïda, les esferes.