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Em diuen Carles Alòs i sóc un apàtrida. Aquest blog serà un viatge pels indrets més amagats de l'ànima, per les emocions més intenses i pel viure quotidià de cada dia. Agafen cadira i seguen, de la resta, jo m'encarregue,

diumenge, 28 de novembre del 2010

Si todo vuelve a comenzar.



Quiero decirlo ahora
porque si no después las cosas se complican.

 
Soy peor todavía de lo que muchos creen.
 
Me gusta justamente el plato que otro come
aburro una tras otra mis camisas
me encantan los entierros y odio los recitales
duermo como una bestia
deseo que los muebles estén más de mil años en el mismo lugar
y aunque a escondidas uso tu cepillo de dientes
no quiero que te peines con mi peine
soy fuerte como un roble
pero me ando muriendo a cada rato
comprendo las cuestiones más difíciles
y no sé resolver lo que en verdad me importa.

 
Así puedo seguir hasta morirme:
ya ves soy lo que llaman
el clásico maníaco depresivo.

 
Te explico estas cuestiones
porque si todo vuelve a comenzar
no me hagas mucho caso acuérdate.


José Agustín Goytisolo. Bajo Tolerancia (1973)

dissabte, 27 de novembre del 2010

Los heraldos negros.



Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema

Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!

César Vallejo. Los heraldos negros (1918).

divendres, 26 de novembre del 2010

Soliloquio del farero.



De niño, entre las pobres guaridas de la tierra,
quieto en ángulo oscuro,
buscaba en ti, encendida guirnalda,
mis auroras futuras y furtivos nocturnos,
y en ti los vislumbraba,
naturales y exactos, también libres y fieles,
a semejanza mía,
a semejanza tuya, eterna soledad.

Me perdí luego por la tierra injusta
como quien busca amigos o ignorados amantes;
diverso con el mundo,
fui luz serena y anhelo desbocado,
y en la lluvia sombría o en el sol evidente
quería una verdad que a ti te traicionase,
olvidando en mi afán
cómo las alas fugitivas su propia nube crean.

Y al velarse a mis ojos
con nubes sobre nubes de otoño desbordado
la luz de aquellos días en ti misma entrevistos,
te negué por bien poco;
por menudos amores ni ciertos ni fingidos,
por quietas amistades de sillón y de gesto,
por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma,
por los viejos placeres prohibidos
como los permitidos nauseabundos,
útiles solamente para el elegante salón susurrado,
en bocas de mentira y palabras de hielo.

Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona
que yo fui,
que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones;
por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos,
limpios de otro deseo,
el sol, mi dios, la noche rumorosa,
la lluvia, intimidad de siempre,
el bosque y su alentar pagano,
el mar, el mar como su nombre hermoso;
y sobre todo ellos,
cuerpo oscuro y esbelto,
te encuentro a ti, tú, soledad tan mía,
y tú me das fuerza y debilidad
como el ave cansada los brazos de la piedra.

Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,
oigo sus oscuras imprecaciones,
contemplo sus blancas caricias;
y erguido desde cuna vigilante
soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres,
por quienes vivo, aún cuando no los vea;
y así, lejos de ellos,
ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,
roncas y violentas como el mar, mi morada,
puras ante la espera de una revolución ardiente
o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo
cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista.

Tú, verdad solitaria,
transparente pasión, mi soledad de siempre,
eres inmenso abrazo;
el sol, el mar,
la oscuridad, la estepa,
el hombre y su deseo,
la airada muchedumbre,
¿qué son sino tú misma?

Por ti, mi soledad, los busqué un día;
en ti, mi soledad, los amo ahora.

Luís Cernuda. Invocaciones (1934 - 1935)

dimecres, 24 de novembre del 2010

¡Qué lástima!



¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas que hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima 
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde esta a aquella comarca.
¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.
Después... ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
¡Qué lástima
que yo no tenga una casa!
Una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
(que me contaran
viejas historias domésticas como a Francis Jammes y a Ayala)
y el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla.
¡Qué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra en el puño de la espada!
Y, ¡qué lástima 
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque..., ¿Qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?
¡Qué voy a cantar si soy un paria
que apenas tiene una capa!
Sin embargo...
                             en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
muy amplia
y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
y tan blanca...
Una luz muy clara
que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente a través de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga
de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias, de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa...
Ella entonces me llama
¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana,
ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala,
muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.
Y en una tarde muy clara,
por esta calle tan ancha,
al través de la ventana,
vi cómo se la llevaban
en una caja
muy blanca...
En una caja
muy blanca
que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana...
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja
tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por el cristal de mi ventana...
¡Y la muerte también pasa!
¡Qué lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón de viejo cuero, ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria
que apenas tiene una capa...
venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!

León Felipe. Versos y oraciones del caminante. (1920-1929).


diumenge, 21 de novembre del 2010

Cançó a Mahalta.

Corren les nostres ànimes com dos rius paral.lels.
Fem el mateix camí sota els mateixos cels. 

No podem acostar les nostres vides calmes:
entre els dos hi ha una terra de xiprers i de palmes. 

En els meandres grocs de lliris, verds de pau,
sento, com si em seguís, el teu batec suau 

i escolto la teva aigua, tremolosa i amiga,
de la font a la mar -la nostra pàtria antiga-.

Màrius Torres. (1919 - 1942).

dissabte, 20 de novembre del 2010

Razón de anatomía.



me he besado con poetas, pintores, cineastas
empleadas, jew princesses, rateros, hippies
     ingenieros, tenores, guerrilleros

en mi boca todos los caminos de la vida

es tiempo/ de ocuparme de mis pies.


Luisa Futoransky. El diván de la puerta dorada. (1984).

divendres, 19 de novembre del 2010

Para que yo me llame Ángel González.

                          Luís García Montero, Ángel González y Joaquín Sabina


Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo el mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...

Ángel González. Aspero mundo (1956)

dimecres, 17 de novembre del 2010

Las palabras son inciertas.



Las palabras son inciertas
y dicen cosas inciertas.
Pero digan esto o aquello,
                                                nos dicen.
Amor es una palabra equívoca,
como todas.
                        No es palabra,
dijo el Fundador:
                                  es visión,
comienzo y corona
de la escala de la contemplación
—y el florentino:
                              es un accidente
—y el otro:
                      no es la virtud
pero nace de aquello que es la perfección
—y los otros:
                          una fiebre, una dolencia,
un combate, un frenesí, un estupor,
una quimera.
                          El deseo lo inventa,
lo avivan ayunos y laceraciones,
los celos lo espolean,
la costumbre lo mata.
                                        Un don,
una condena.
                          Furia, beatitud.
Es un nudo: vida y muerte.
                                                  Una llaga
que es rosa de resurrección.
Es una palabra:
                              al decirla, nos dice.

El amor comienza en el cuerpo
¿dónde termina?
                                Si es fantasma,
encarna en un cuerpo;
                                        si es cuerpo,
al tocarlo se disipa.
                                    Fatal espejo:
la imagen deseada se desvanece,
tú te ahogas en tus propios reflejos.
Festín de espectros.

Aparición:
                    el instante tiene cuerpo y ojos,
me mira.
                  Al fin la vida tiene cara y nombre.
Amar:
              hacer de un alma un cuerpo,
hacer de un cuerpo un alma,
hacer un tú de una presencia.
                                                          Amar:
abrir la puerta prohibida,
                                              pasaje
que nos lleva al otro lado del tiempo.
Instante:
                  reverso de la muerte,
nuestra frágil eternidad.

Amar es perderse en el tiempo,
ser espejo entre espejos.
                                                Es idolatría:
endiosar una criatura
y a lo que es temporal llamar eterno.
Todas las formas de carne
son hijas del tiempo,
                                      simulacros.
El tiempo es el mal,
                                      el instante
es la caída;
                      amar es despeñarse:
caer interminablemente,
                                              nuestra pareja
es nuestro abismo.
                                    El abrazo:
jeroglífico de la destrucción.
Lascivia: máscara de la muerte.

Amar: una variación,
                                        apenas un momento
en la historia de la célula primigenia
y sus divisiones incontables.
                                                      Eje
de la rotación de las generaciones.

Invención, transfiguración:
la muchacha convertida en fuente,
la cabellera en constelación,
en isla la mujer dormida.
                                              La sangre:
música en el ramaje de las venas;
                                                              el tacto:
luz en la noche de los cuerpos.

                                                        Trasgresión
de la fatalidad natural,
                                          bisagra
que enlaza destino y libertad,
                                                      pregunta
grabada en la frente del deseo:
¿accidente o predestinación?

Memoria, cicatriz:
—¿de dónde fuimos arrancados?,
memoria: sed de presencia,
                                                    querencia
de la mitad perdida.
                                      El Uno
es el prisionero de sí mismo,
                                                      es,
solamente es,
                            no tiene memoria,
no tiene cicatriz:
                                amar es dos,
siempre dos,
                        abrazo y pelea,
dos es querer ser uno mismo
y ser el otro, la otra;
                                      dos no reposa,
no está completo nunca,
                                          gira
en torno a su sombra,
                                        busca
lo que perdimos al nacer;
la cicatriz se abre:
                                  fuente de visiones;
dos: arco sobre el vacío,
puente de vértigos;
                                    dos:
Espejo de las mutaciones.

Octavio Paz. Árbol adentro. Subapartat Carta de creencia (1976 -1988)

diumenge, 14 de novembre del 2010

dissabte, 13 de novembre del 2010

Romero solo.



Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero…, sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos,
decía el príncipe Hamlet, viendo
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera… menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.

Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.

León Felipe. Versos y oraciones del caminante ( 1920 -1929).




divendres, 12 de novembre del 2010

Déjame en paz amor tirano



Ciego que apuntas y atinas, caduco, dios y rapaz
vendado que me has vendido y niño mayor de edad
con el alma de tu madre que murió siendo inmortal
de envidia de mi señora que no me persigas más
que no me persigas más

Déjame en paz amor tirano, déjame en paz

Amadores desdichados que seguís milicia tal
decidme que buena guía podéis de un ciego sacar
de un pájaro que firmeza que esperanza de un rapaz
que galardón de un desnudo de un tirano que piedad
de un tirano que piedad

Déjame en paz amor tirano, déjame en paz

Diez años desperdicie los mejores de mi edad
en ser labrador de amor a costa de mi caudal
como aré sembré y cogí haré un alterado mar
sembré una estéril arena cogí vergüenza y afán
cogí vergüenza y afán

Déjame en paz amor tirano, déjame en paz

Amadores desdichados que seguís milicia tal
decidme que buena guía podéis de un ciego sacar
de un pájaro que firmeza que esperanza de un rapaz
que galardón de un desnudo de un tirano que piedad
de un tirano que piedad

Déjame en paz amor tirano, déjame en paz.

Luís de Gongora y Argote. (1561 - 1627)


dimecres, 10 de novembre del 2010

Ombra d'Anna.



                                                                     A Blanca

Passa la mà pels meus cabells, Anna,
passa-hi la mà.
Seré un infant als teus consells, Anna,
- un ancià.
Mira la neu en el meu front, Anna,
i els desenganys.
Em pesa viure en aquest món, Anna:
ja tinc mil anys.
La flama viva que em consum, Anna,
no té repòs,
i no veig res perquè sóc llum, Anna,
visc sense cos..
Passa-hi la mà pels meus cabells, Anna,
passa-hi la mà.
Sense dir res dóna'm consells, ara,
que estic cansat.

Josep Palau i Fabre. Poemes de l'alquimista (1952). Poema escrit al 1943.



diumenge, 7 de novembre del 2010

Para vivir no quiero.



Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo».

Pedro Salinas. La voz a ti debida (1933).

dissabte, 6 de novembre del 2010

Presoner.



Desert d' amichs  de bens é de senyor,
 En strany loch  e 'n estrany' encontrada,
 Luny de tot be,  fart d' enuig é tristor
 Ma volentat  é pensa cativada,
 Me trob del tot  en tal poder sotzmés.
 No veig negú  que de me s' aja cura,
 E soy guardats, enclós  ferrats é pres
 De qu' en fau grat  á ma trista ventura.
2 
        Heu hay vist temsque no 'm plasia res,
 Are-m content  d'açó qui 'm fay tristura,
 E los grillons  leugers ara preu mes
 Qu' en lo passat  la bella bordadura;
 Fortuna vey  qu' a mostrat son voler
 Sus me volent  qu' en tal punt vengut sia,
 Pero no cur  pus hay fayt mon daver
 A tots los bons  que-m trob en companyia.
3 
        Car prench conort  de com suy presoner
 Per mon senyor  servint tan com podia,
 D' armes sobrat  é per major poder
 No per deffalt gens de Cavallaria.
 E prench conort  c'om no pot conquerir
 Honor en res  sens que treball no senta,
 Mas d' altra part  cuyt de tristor morir
 Com vey que 'l mon  del revers se contenta.
4 
        Tots aquets mals  no son res de sofrir
 En esguart d'u  qui del tot me destenta,
        E-m fay tot jorn  d' esperansa partir,
 C'om no veyrets  que-ns avans d' una spenta
 En acunçar  nostre desliurament,
 E mes com vey  ço que-ns demana Força
 Que no soffer  algun rehonament;
 De que lengueix  ma virtut é ma força.
5 
        Perque no say  ni vuy res al presen
 Que-m puixa dar  en valor d' una scorça,
 Mas Deu tot sol  de qui prench fundamen
 E de qui fiu  hi 'b qui mon cor s' esforça;
 E d' altra part  del bon rey liberal
       Qui socorrá  per gentilesa granda,
 Lo qui-ns ha mes  del tot en aquest mal
 Qu' ell m' en traurá  car suys jus sa comanda.
TORNADA.
 Rey virtuós,  mon senyor natural,
 Tots al presen  no us fem altra demanda
 Mas que-us record  que vostra sanch reyal
 May defallí  al qui foy de sa banda.


Jordi de Sant Jordi. (1400 ? - 1425)

divendres, 5 de novembre del 2010

De vegades és necessari i forçós



De vegades és necessari i forçós
que un home mori per un poble,
però mai no ha de morir tot un poble
per un home sol:
recorda sempre això, Sepharad.
Fes que siguin segurs els ponts del diàleg
i mira de compendre i estimar
les raons i les parles diverses dels teus fills.
Que la pluja caigui a poc a poc en els sembrats
i l'aire passi com una estesa mà
suau i molt benigna damunt els amples camps.
Que Sepharad visqui eternament
en l'ordre i en la pau, en el treball,
en la difícil i merescuda
llibertat.

Salvador Espriu. La pell del brau. 1960

dimecres, 3 de novembre del 2010

Jo em donaria a qui em volgués...


   Jo em donaria a qui em volgués,
com si ni jo me n'adonés,
d'aquest donar-me: com si ho fes
un jo de mi que m'ignorés.

Jo em donaria a qui es donés
a canvi meu per sempre més:
que res de mi no me'n quedés
en el no-meu que jo en rebés.

Jo em donaria per un bes,
per un de sol, però que besés
i del besat em desbesés.

Jo em donaria a qui em volgués,
com si ni jo me n'adonés:
com una almoina que se'm fes.

 Josep Plau i Fabre. Poemes de l'alquimista. 1941.


 Maria del Mar Bonet. "Jo em donaria a qui em volgués" de Josep Palau i Fabre. 1991



Josep Palau i Fabre recitant el seu poema

dilluns, 1 de novembre del 2010

Galope.




Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

Rafael Alberti.