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Em diuen Carles Alòs i sóc un apàtrida. Aquest blog serà un viatge pels indrets més amagats de l'ànima, per les emocions més intenses i pel viure quotidià de cada dia. Agafen cadira i seguen, de la resta, jo m'encarregue,

divendres, 17 de desembre del 2010

Ahora os referiré lo que contaban en Texas...



Ahora os referiré lo que contaban en Texas 
cuando yo era muchacho.

(No es la caída de Alamo, porque nadie se salvó
para contarla.
Los ciento cincuenta hombres aquellos yacen
mudos en Alamo.)

Os referiré el asesinato, a sangre fría, de cuatro-
cientos doce valientes.

Al retirarse, quedaron atrapados en una depre-
sión del terreno.

Se atrincheraron con el bagaje.

Y antes de entregarse le hicieron novecientas
bajas al enemigo, nueve veces mayor.
(Fue el precio adelantado de su rendición).

Cuando quedaron sin coronel y sin pertrechos
izaron la bandera blanca, accedieron a capi-
tular honrosamente………
Llegó un pliego sellado,
entregaron las armas…..
y marcharon a la zaga del ejército triunfal como 
prisioneros de guerra.

Eran la gloria de los Guardias Montañeses,
los primeros en domar potros
y en manejar el rifle……

Los primeros en el festín, en la canción y en el 
amor.

Eran fuertes,
inquietos,
generosos
bellos,
altivos,
enamorados,
de rostro hirsuto y requemado por el sol.

Vestían el traje amplio de los cazadores
y ninguno tenía más de treinta años.

Comenzaba el verano, glorioso,
y un domingo, de madrugada,
los sacaron de la prisión para asesinarlos en 
pelotones.

Ninguno quiso arrodillarse.

Algunos se rebelaron desesperados y enloque-
cidos,
y otros permanecieron inmóviles y mudos.

La primera descarga derribó a los alcanzados
en las sienes y el corazón.

Luego cayeron los demás.

Se retorcían en el lodo…….
y el nuevo pelotón que llegaba los veía agoni-
zar.
Dos o tres medio muertos intentaron huir arras-
trándose.

Los remataron con la bayoneta o aplastándoles
el cráneo con la culata del fusil.

Un muchacho de apenas diecisiete años quiso
ahogar a su asesino y otros dos se le abalan-
zaron para separarlo…….

Los tres quedaron con las ropas desgarradas y
bañados con la sangre del adolescente.

A las once comenzaron a incinerar los cadáveres.

Y ésta es la historia del asesinato, a sangre fría,
de aquellos cuatrocientos doce soldados, gloria
de los Guardias Montañeses, tal como la con-
taban en Texas cuando yo era muchacho.

Walt Whitman. Canto a mi mismo (1885). Versión de la paráfrasis de León Felipe.

4 comentaris:

  1. Ay... te gusta Walt, no te gusta, te da igual...?

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  2. Ja ja, no lo he sabido interpretar. A mi Whitman me gusta, me identifico bastante con su estilo, pero a veces me parece muy repetitivo. Es curioso que muchas veces acuda a hojas de hierba, la versión en castellano y sin embargo la versión en catalán me parece muy esquiva, no me centro a leerla.

    León Felipe asimiló el estilo de Whitman y lo tradujo al castellano. La suerte ante el público de los dos ya se sabe...

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