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Em diuen Carles Alòs i sóc un apàtrida. Aquest blog serà un viatge pels indrets més amagats de l'ànima, per les emocions més intenses i pel viure quotidià de cada dia. Agafen cadira i seguen, de la resta, jo m'encarregue,

dimarts, 21 de gener del 2020

Misericordia






La juventud, esa estación propensa
a las mitologías y los énfasis,
es un reino inclemente. Los dueños de este mundo,
en su poder quimérico, no saben
en qué consiste
el don de la piedad.
Los príncipes ilusos disipan su energía
por el simple placer de disiparla.

En pago de esos años, yo sostuve
una fe inquebrantable en la superstición,
un ridículo afecto hacia la fuerza.
Las perennes batallas de la carne
nos vuelven artefactos vanidosos,
máquinas de idiotez.
Era un insulto
despertar la mirada compasiva
de nuestros semejantes. El desprecio,
las pasiones furiosas, resultaban
una restitución sentimental.

Después se ocupa el tiempo de calmar nuestra fiebre
nos descubre
cierta sabiduría razonable,
una ciencia indulgente para los demás
y para con nosotros, el oficio
de vagar asombrado entre las cosas.
Y la piedad, así, cobra en su médula
su ensalmo redentor, su temperada música
se aquilata benéfica en su nervio.
Resplandece su puro gesto humano,
cuando lo humano adquiere carácter de pureza.
Compadecerse entraña un largo aprendizaje,
la justa equivalencia de vivir.
Dolernos con el mundo, y afligirnos
con todo lo que sufre, porque somos
exactamente todo lo que sufre,
 es  cuanto deberíamos llegar a merecer.

Esa misericordia significa
la variedad sublime de nuestra inteligencia.

Carlos Marzal Metales pesados Tusquets 2001

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