Naturaleza: gracias por este don supremo
del verso, que me diste:
yo soy la mujer triste
a quien Caronte ya mostró su remo.
¿Qué fuera de mi vida sin la dulce palabra?
Como el óxido labra
sus arabescos ocres
yo me grabé en los ombros, sublimes o mediocres.
Mientras vaciaba el pomo, caliente, de mi pecho,
no sentía el acecho,
torvo y feroz, de la sirena negra.
Me salí de mi carne, gocé el goce más alto:
oponer una frase de basalto
al genio oscuro que nos desintegra.
Alfonsina Storni Ocre (1925)
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