A mi amigo el jorobadito Rubén que volvió a su sitio
y ahora está de nuevo en su casa eterna y celestial.
¿Y se mueren los ángeles?
¿Quiénes son los ángeles?
¿Cómo son los ángeles?
Ese jorobadito que vendía lotería
por las calles y los cafés de la ciudad
y ahora está dormido
en esa caja blanca,
acostado de perfil...
¿no era un ángel?
¡Yo sostengo que son ángeles
todos los jorobados del mundo!
Y pienso
que un día, allá en el cielo,
toparon con una nube negra y dura
y se cayeron a la tierra.
Entonces se les quebraron las alas,
se les apelotonaron torpe y grotescamente
sobre los hombros
y se quedaron prisioneros en el mundo
bajo una lluvia bárbara y humana
de burlas y de espinas.
Ahora oíd vosotros, todos:
y esto ni lo imagino ni lo pienso.
Esto lo he aprendido anoche
a los ochenta años de mi vida,
junto al ataúd abierto de mi amigo Rubén:
los ángeles duermen de perfil...
Y a los jorobados los entierran de perfil.
Además: ¿Quién no tiene una joroba
y una gran saco de lágrimas?
León Felipe.