Tom suspiró.
- Me estoy cansando, Madre. ¿ Qué tal si me enfureces a
mí un poco?
- Tú tienes más juicio, Tom. A ti no necesito enfadarte.
Tengo que apoyarme en ti. Estos otros... son una especie de
extraños, todos menos tú. Tu no te rindes, Tom.
El deber cayo sobre él.
- No me gusta-dijo-. Quiero salir como Al. Y enfadar-
me como padre y quiero emborracharme como el tío John.
Madre meneó la cabeza.
- No puedes, Tom. Lo supe desde que eras un crío. No
puedes. Hay algunos que son ellos mismos y nada más. Ahí
tienes a Al, no es más que un joven detrás de una muchacha.
Tú nunca fuiste así, Tom.
-Claro que sí-rebatió Tom-. Y lo sigo siendo.
-No es verdad. Todo lo que haces va más allá de ti. Lo
supe cuando te metieron en la cárcel. Tú estás comprome-
tido.
-Venga, madre, déjalo ya. Eso no es verdad. Son imagi-
naciones tuyas.
John Steinbeck. Las uvas de la ira. 1939
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Benvingut al meu blog, seu i relaxa't. Puc preparar un café i intercanviar opinions.