A Yolanda
Pero yo, hija de mis hijas, he de desmantelar a golpe de deslumbramientos esta aciaga militancia de una yolanda emigrante de mí. Yo, la soberana estéril, la por desgracia egoísta. Debo tasar la dosis exacta de memoria y olvido. Así mi visión de la vereda es un rostro desde atrás. Todas las oscuras raigambres que se nacen en mí. No hay dirección que no me contenga, raza que no en mí se comience y filas de dígitos extendiendo para mí sus dedos ferales. Lo que interesa son mis pasos. Como un bosque de símbolos del que mi ignorancia es significativa. Mucho dejarse la piel pero yo no quise aprender a llegar. Jardín exiguo, viento cerrado de manos, infinita cuadrícula. Renuncio al lugar del aliento. Quiero aprender a salir.
Hace tiempo que un animal vive nutriéndose del olvido. Pero yo soy la ventrílocua, yo, la tirana loca, la analfabeta. Con el magnífico libro de las venturas agazapado en la vulva. La que no comprendió nada pero lo sintió todo. Soy la ventrílocua, la que corre cantando por los pasillos de plomo, con voz de pizarra. Y abortar fue un deber, una grave necesidad, un desafío. Para cuando el pálido manto de mi memoria se va cubriendo de esta piel que yo seré. Que todas las noches con devoción escribo arrebatadoras cartas de amor y en las madrugadas panegíricos a esta yolanda mezquina, que sabe venderse y conoce el final.
Soy yo en la cripta y mi nombre dentro dibujado de tiza. Habitaciones concéntricas. Que mi inteligencia no compre mi sentido. El tacto, el privilegio, las ganas de tirarse. Ni tampoco mi cabeza será esclava de mi orgullo. Yolanda la soldada, la comerciante. Porque yo soy la que ni espera. Soy el auriga del ardiente carro. La egoísta porque está sola. Que tanta calamidad me satisface, porque sí mi belleza fundará dinastías. Y entonces será ir con una minuciosidad de devota recogiendo esos minúsculos y dichosos pedacitos de espejo roto que soy. Yolanda me hará un hogar paupérrimo entre sus brazos de mundo y así aprenderé la inenarrable alegría de tener casa.
Y entonces vendrá ese postrímero adviento y La VerbA se hará carne. Y diré: "Yo soy la de la única estirpe de Adnaloy, la que extenderá sus dedos flamígeros sobre el horizonte, la que bajará y después se despojará de su manto y vestirá un sayal, y luego se reclinará y dará de comer su corazón a las bestias".
Yolanda Castaño. Libro de la egoista (2007)
Qué sorpresa encontrar prosa en tu blog! De vez en cuando no está mal ¿verdad? Me ha gustado mucho el texto.
ResponEliminaQuería desearte un feliz año Carlos.
Rocío muchas ganas por felicitarme el año, igualmente. El texto es un poco diferente a lo que llevaba poniendo, le da un toque de color.
ResponEliminaA ver si este año me animo a poner cosas mías.
Que tengas un muy buen inicio de década y 2011.
Un beso, cuídate.