Hay días en que el cuerpo nos sorprende,
un olor muy intenso lo delata,
un sentirse animal que vibra y que respira.
Bajar hasta uno mismo y ensuciarse
de materia, de mundo y de calor,
bajar hasta uno mismo y ensuciarse
de muerte, de esa muerte pequeña en el deseo
que eleva nuestra carne y nos sitúa
junto al polvo,
lentísima y salada ceremonia,
mano lenta que duele y que arrebata,
cuerpo mío
borracho de calor y de existencia,
misterio al que me arrastra otro misterio:
tú, templo irrenunciable entre pasiones
y renuncias.
Vicente Gallego. El sueño verdadero (Poesía 1988-2002) Visor, 2003
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