Fue donde el puente de madera
lleva en Puerto Corsini a mar abierto
y algunos hombres, casi inmóviles, sumergen
o recogen las redes. Con un gesto
de la mano indicabas la otra orilla
invisible tu patria verdadera.
Luego el canal seguimos a la dársena
de la ciudad, brillosa del hollín,
en el declive donde se estancaba
la primavera inerte, sin memoria.
Y aquí donde una antigua vida
se irisa en una dulce
ansiedad de Oriente,
tus palabras lucían como escamas
de la trilla que muere.
Tu inquietud me recuerda
los pájaros errantes que chocan con los faros
en noches de tormenta:
también es tu dulzura una tormenta,
se arremolina oculta, y son
sus momentos de calma aún más raros.
No sé cómo extenuada tú resistes
en este lago
de indiferencia que es tu corazón;
quizás un amuleto te salva, ese que tienes
junto al lápiz de labios,
la lima, el cisne: un ratón blanco,
de marfil; ¡y así existes!
Eugenio Montale Las ocasiones Igitur/poesía 2005
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